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De plumas 

Y de rocas

Fotografia consciente, Stephan Vallott

De plumas y de rocas

Un relato de los imposibles

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El océano por todos lados, un pedazo de tierra seca defiende su inmovilidad. Cada día vuelve a dibujar con las olas las orillas de su presencia. Rocas de granito abrazando a la eternidad, plumas de gaviotas adornando las alas del tiempo.

 

Isla Damas, reserva natural Pingüino de Humbolt, océano Pacifico, Chile 2014.

 

Hoy decido volver ahí, hoy miro nuevamente esta parte de mi vida, solitaria y salvaje. Tengo las imágenes, tengo los espejos. Ahora que la experiencia desplegada en mí, ocupa todos los rincones de mis días de forma tan natural, que ya ni se ve ni se escucha, por fin puedo compartirla.  Ahora les puedo contar la historia increíble y eterna de una isla cuyos personajes principales lograron escribir el relato de los imposibles. Una historia de plumas y de rocas.

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La soledad. Cuando el Sol de la existencia llega al zenit, cuando sus rayos definen las victorias y las derrotas de igual forma, cuando las sombras desaparecen debajo de la misma experiencia, aparecemos desnudos y por fin vulnerables a los cambios. La sol-edad, el tiempo de los cambios.

Había llegado demasiado lejos en las experiencias del dolor, había un gusto amargo y profundamente triste en mí, como un ácido cavando por dentro, dejando aparentes las estructuras del ser, huecas e inútiles.  Un poco de viento, algunos temblores y ya no quedará nada.

La magia y el misterio podían entrar.

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En mis paseos solitarios, silenciosos, dejaba que mi cuerpo decidiera a donde ir. Me acuerdo que de repente me paré delante de una roca, sola como yo. Tenía unos dos metros de altura y me gustaba por su silueta de pájaro, se parecía a un águila. A su alrededor un circulo de piedras. Nadie las puso ahí. ¿Quién haría esto? Pero estaban ahí, ordenadas de una forma que no podía entender hasta sentir una alegría divina y humedad surgir en mis ojos. ¡El orden de las piedras es el orden del Tiempo! Lo que miraba no era una roca cualquiera en medio de la nada, sino una historia, un relato, la vida y la lenta muerte de una roca. Miraba millones de años resumidos en una sola imagen. Las piedras eran partes de la roca y curiosamente ahora partes de mí también. Una roca nace del fuego líquido y muere en un movimiento de extrema lentitud, pierde pedazos y volverá a ser polvo de estrella. ¡Entonces tiene vida! ¡Es vida!

 

Ese día, el eje central de mi consciencia se desplazó, ya no era el mismo ser, ya no podía sentirme solo. Por primera vez experimentaba el increíble poder de la consciencia humana: un faro alumbrando el universo oscuro. Reconocer la roca como viva, como una historia real hizo entrar en mí una suave sensación de amor y de seguridad. En el medio de la soledad, en la orilla de este mundo descubría la presencia de otro mundo.

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Las cosas son muchos más simples… cuando dicen que somos seres de luz, es verdad, simplemente cuando proyectamos nuestra consciencia sobre lo que nos rodea. Pero para ello uno tiene que admitir el misterio como la cosa más normal de esta vida, volver a maravillarse y reencontrarse con la mirada del niño o la de cualquier ser humano que viviría en una sociedad humana.

El ser gaviota.

Poco a poco aprendía el lenguaje de las gaviotas. Tienen frases y se pueden usar. Territoriales, no dejan a cualquiera el paso libre sobre el pedazo de tierra que han elegido como casa del clan. Hay que enfocarse sobre la primera que da la alerta. Se eleva rápido lanzando gritos de alarma, enseguida las otras toman sus puestos de combate en los aires… listas para lanzar cacas sobre el intruso. Si están empollando se enojan aún más, y pueden hasta dejarse caer sobre la cabeza del imprudente dejándole una herida severa. Entonces no perder de vista a la primera que vuela, y empezar a hablarle suavemente, repitiendo las frases que indican la tranquilidad y la buena intención. Con paciencia la gaviota-alarma se tranquiliza y de inmediato las otras también.

Bajan al suelo dejando el paso libre. Lo que me daba mucha alegría, aunque cincuenta metros después me encontraba con otro clan y su gaviota-alarma, y con su increíble falta de memoria. Por lo cual tenía que repetir el mismo ritual cada día.

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La ventaja de vivir en un entorno desértico es que nos lleva siempre a lo esencial. Acá, en el mundo frenético del capital lo esencial toma forma rara de Smartphone, pero allá un pájaro tiene el poder de atraer la mirada. En el fondo podemos elegir y definir lo que va a componer nuestro campo de consciencia. Si elijo al pájaro enriqueceré mi consciencia como un ser vivo, cuyo origen y destino son completamente misteriosos, un ser que habita un ámbito para mí inaccesible, un habitante del aire. Un Smartphone es solo un Smartphone y solo enriquece mi deseo de poseerlo o de tirarlo.

Me fascinan los gestos del tiempo. A mi escala de ser humano individual tengo un corazón que late y late, repitiendo un gesto vital. A través del tiempo de mi vida se crea y vuelve a crear cada segundo el gesto de mi corazón. En la escala de las gaviotas salvajes existe un orden, un orden que no puedo entender desde la razón, un poco como las piedras esparcidas alrededor de la roca-águila… Pero las gaviotas están, están presentes con sus costumbres y rituales enigmáticos, sus códigos. Repiten como mi corazón necesidades intrínsecas y crean los gestos del tiempo. El tiempo de las gaviotas. En una simbiosis colectiva, a pesar de sus peleas y gritos, crean una identidad, un campo de consciencia propio que poco a poco iba reconociendo. Mi propio campo de consciencia empezó a iluminar al suyo y por primera vez veía en todos estos seres un ser único. Un ser gaviota, viejo, muy viejo, tan viejo como las rocas. Empecé a ver una historia, donde los extremos del tiempo se unían en un relato, misterioso y real. Un relato hecho de plumas y de rocas.

Nunca supe si me entendían de verdad pero a mi nunca me tiraron caca encima, por lo cual podían imaginar que mi gaviota no era tan malo.

El mensaje de las rocas.

Un rostro, un perfil de lobo, una gran roca en forma de cubo con muchas caras humanas gritando al triste naufrago, mezcla de seres extraordinarios, ahí un guerrero con su casco, un gran tiburón… ¿Por qué? ¿Cómo? Nadie sabe, solo podemos cantar, dibujar y retratar una obra magistral cuya parte visible parece ser la menos importante. Debajo del manto de la materia vibra una intención, un deseo de la creación, lo tenemos en cada célula de nuestro cuerpo, en cada flor que organiza sus pétalos con la perfecta certitud ordenada.

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“Universo creador

 

Existe una isla en los sueños de mis sueños

He caminado sobre estas tierras.

He visto los esbozos del universo.

Era joven cuando se prestó al juego de las formas de la vida,

El granito, una pasta para moldear perfecta.

 

Encontró mil formas, mil cuerpos y mil rostros.

Compuso al hilo de las líneas del tiempo

El más puro ordenamiento.

 

Finalmente llamó a esta tierra la Isla Damas

Porque encontró en la feminidad la esencia de cada cosa

El universo acababa de crear su espejo.

 

Luego, el dibujó a la Tierra.”

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Esa era la sensación, estar en la tierra de los ensayos y de los intentos, exactamente entre todo y nada.  Cada día descubría una roca nueva, un rostro nuevo, cada día pedía permiso a las gaviotas. Poco a poco el escenario gigantesco tomaba forma y los actores perfeccionaban sus roles respectivos hasta ese día que me encontré delante de una escena magnifica. Un conciliábulo de rocas. Me encontré frente a ellas, en medio de una decisión que había empezado hacía unos tres millones de años y que aún no había madurado como para expresarla. En primer plano, un pedazo de roca, lleno de guano marcaba la presencia de los pájaros. Eran parte de la decisión. En su gran unidad multitudinaria el pájaro único que se auto reemplazaba generación tras generación era parte de la decisión eterna. Había encontrado el corazón de la isla, había visto el desenlace de una historia de plumas y de rocas. Había visto el matrimonio entre los seres de la tierra con los de los cielos, había presenciado la unión de los imposibles en una línea del tiempo mágica. Había sido parte del misterio bordeando los márgenes de lo Invisible, había absorbido el silencio de la creación y por un instante ya no era nada más que abono para el Tiempo. Mientras reía entre lágrimas todo mi ser se inclinaba delante de la magnificencia expresada.

 

El tiempo de la sol-edad había aportado sus frutas, los portales se habían abierto sobre las vertientes de las realidades. Ya no había vuelta atrás. Ese día había abrazado la magia, por fin podía volver hacía mis hermanos humanos, a devolver los regalos que me había dado mi propia existencia.

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“Era el pájaro,

 

Entre dia y noche,

Entre tierra y mar,

Sostenida por el tiempo

La roca me espera.

Debajo el hombre me mira

Extiende el gran espejo de los seres sobre el océano,

Y compartimos nuestras miradas.

Mezcla y unión.

Ni tiempo ni razón.

 

Era el pájaro.”

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Ven, 

Ven, te llevo por mis jardines

Ven a descubrir tus esbozos, 

Crear con nuestros corazones unidos nuestros horizontes

Ven y vuela con el pájaro

Todo esto esta en ti, todo esto esta en nosotros

Solo nos falta tomar lo que nos encanta

Solo nos queda crear el arte de vivir

Ahí, a fuera, el pájaro te espera y te canta.

Ven a tomar lo que te pertenece.

Respira, camina y recuerda, 

El tiempo humano es el tiempo divino.

Ven.

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Isla Damas, Isla Choros

A veces hay que llegar hasta los confines del mundo, cruzar los océanos, atravesar la Cordillera de los Andes y abrazar la soledad para descubrir que el multiple es Uno.

Sentarse sobre una roca como sentirse al borde de un mundo y escuchar a la eternidad cantar, aquí y allá.

Mirar al sol y comprender que ilumina tanto nuestras alegrías como nuestras penas

Fundirse con todos los granos de arena para abrazar al infinito,

Correr con el viento y aceptar que moldea nuestras formas efímeras, 

Abrir los brazos y ser el pájaro.

 

He recibido el inmenso privilegio de ser acogido por la Naturaleza, ahí, en las islas, donde la puerta sobre el otro mundo se abrió.

Chile, cuarta región, 600 kilómetros al norte de Santiago.

Luego tomar un camino de tierra seca en el medio del llano para llegar en los márgenes de lo Invisible.

 

Después, solo quedaba esperar y recibir. 

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